Brochas
Las brochas redondas te permitirán realizar los trabajos corrientes de pintura (temple o plástica). Son muy útiles para alcanzar los rincones a los que no llega el rodillo o para espacios pequeños.
Las planas se utilizan principalmente para lacar, barnizar y para acabados de calidad, aunque, puesto que las hay de muchos y muy diferentes tamaños y grosores (en ocasiones, las brochas más pequeñas son llamadas pinceles y paletinas), se pueden utilizar para casi todo.
En grandes espacios, es conveniente usar brochas planas de gran anchura y grosor, ya que dejan la pared más homogénea.
En general, ambos tipos, con sus correspondientes medidas, son ideales para pinturas al agua.
Tipos de brochas
Existen dos tipos de brochas: planas y redondas. Por supuesto, las hay de distintos tamaños y grosores, algo muy importante a la hora de decidirse por una u otra. Pero, otra característica fundamental es el tipo y distribución de las cerdas.
La distribución circular de las cerdas es muy práctica para trabajar.
Si las cerdas son duras, al pintar con ellas se dejarán estrías en la superficie.
Si son brochas muy baratas, con cerdas de mala calidad y mal sujetas, sólo son recomendables para trabajos de preparación de superficies, como dar minio, extender cola, aplicar líquido tapaporos, etc.
Puesto que la pintura de paredes exteriores se deteriora con facilidad, no inviertas en brochas de cerda natural, utiliza cerdas de nylon.
Para paredes que requieran un buen acabado, utiliza bochas de cerda natural.
Encontrarás brochas con las cerdas acabadas en punta. Son muy útiles para superficies pequeñas o muy estrechas.
Cómo es una brocha
Las brochas están formadas por tres partes, el mango, que suele ser de madera y más o menos largo según el fin para el que esté hecha la brocha; la virola, pieza metálica que une las cerdas al mango, y las cerdas, que están hechas con pelos de animales (jabalí, cerdo, marta, etc.), aunque también las hay sintéticas.
Consejos
Tira de las cerdas antes de estrenar una brocha, de forma que se desprendan aquellos pelos mal sujeto.
Deja los pelos de la brocha, si es posible, toda la noche sumergidos en aceite de linaza, si son de cerda natural, o en agua, si son de nylon. Trata de que la parte metálica que sujeta los pelos no quede sumergida para que no se oxide y manche las cerdas, y de que éstas no lleguen al fondo. Antes de ponerte a pintar, lava las cerdas con agua y jabón.
Etiquetas: Arquitectura, visarq
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